Por: Gustavo Ramirez
En las últimas décadas, ha habido un aumento en la visibilidad y prevalencia de las enfermedades mentales. Por lo que no sabemos si esto es producto de la sociedad que las promueve, o somos simplemente más conscientes de su existencia.
No podemos negar que la modernidad y ciertos aspectos de nuestra sociedad actual pueden contribuir al deterioro de la salud mental. Factores como el ritmo de vida acelerado, la presión por el éxito profesional, las redes sociales y la hiperconectividad nos exponen a niveles de estrés, ansiedad y depresión que generaciones anteriores no experimentaban de la misma forma. Vivimos en una era donde la comparación constante en redes sociales y la búsqueda incesante de validación pueden afectar profundamente nuestra autoestima y bienestar emocional. Además, el cambio en las estructuras familiares, el aislamiento social en grandes ciudades y el consumo excesivo de información también juegan un rol importante en generar tensiones mentales.
Por otro lado, es posible que estemos más conscientes de las enfermedades mentales porque, a diferencia de décadas pasadas, ahora existe una mayor apertura al diálogo sobre estos temas. Antes, las enfermedades mentales estaban envueltas en un fuerte estigma social que impedía que las personas afectadas buscarán ayuda o incluso hablarán sobre sus síntomas. Hoy en día, gracias a movimientos en favor de la salud mental, campañas de sensibilización y la influencia de figuras públicas que comparten sus experiencias, la sociedad ha logrado romper parte de ese tabú. Esto ha permitido que más personas identifiquen sus problemas y busquen tratamiento, lo cual podría explicar el aumento en diagnósticos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha señalado que la salud mental es un componente esencial del bienestar general. La mayor visibilidad no necesariamente implica que haya un aumento real en la prevalencia de enfermedades mentales, sino que hemos podemos identificarlas mejor. Los avances en la psicología y la psiquiatría, así como la mayor accesibilidad a servicios de salud mental, han permitido que más personas reconozcan síntomas y busquen atención profesional.
Es importante considerar también que factores sociales y culturales juegan un papel significativo. Considerando que en el pasado, muchas enfermedades mentales no eran identificadas o eran mal interpretadas, clasificadas como debilidades de carácter o ignoradas por completo. Sin embargo, hoy somos más conscientes de que la salud mental es tan importante como la salud física, y las enfermedades mentales no son un signo de debilidad, sino problemas reales que requieren atención y tratamiento.
Por lo que, es probable que ambos factores estén presentes: por un lado, la vida moderna trae consigo nuevas tensiones que pueden afectar la salud mental de las personas; por otro lado, estamos más conscientes y mejor equipados para reconocer y hablar sobre estos temas, lo que ha llevado a una mayor visibilidad de las enfermedades mentales. Lo que antes era tabú, hoy es un tema de conversación, y esta mayor conciencia es clave para avanzar hacia una sociedad que promueva la salud mental y ofrezca el apoyo necesario a quienes lo necesitan.
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