En el año 2009, el gobierno de Estados Unidos promulgó un decreto de desclasificación de documentos, el cual contempla que cada 25 años el gobierno en turno tiene la obligación de desclasificar información confidencial, secreta y de alto secreto.
Dicho decreto contempla que cuando se trata de información que pueda poner en riesgo la seguridad nacional, esta desclasificación puede prolongarse hasta 50 años y en caso de identidades de agentes secretos o diseño de armas de destrucción masiva, estos documentos pueden permanecer ocultos al público por 75 años.
Este año el gobierno estadounidense desclasificó documentos relacionados a la colaboración de otro expresidente mexicano con la Agencia de Inteligencia Central, CIA, por sus siglas en inglés, todo esto a cargo de Winston Scott, director de la estación de la CIA en México durante los años 1956 a 1969.
Los presidentes involucrados en esta revelación fueron; Adolfo López Mateos, Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría y José López Portillo. Estos mandatarios se vieron involucrados en el programa estadounidense en el marco de la guerra fría, en el cual se buscaba repeler la influencia soviética en Latinoamérica.
Adolfo López Mateos fue el que inició el programa de espionaje estadounidense asignado con el nombre clave LITENSOR, Scott y López Mateos tuvieron su primer desayuno en 1958 para hablar acerca de una red de agentes pagados dentro del territorio nacional, la relación entre ambos creció a tal grado que el mandatario fue invitado a la boda de Scott en 1962.
Por su parte, Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría fueron asignados con los nombres clave de LITEMPO-2 y LITEMPO-8 respectivamente, los cuales ocupaban, en aquellos años, los cargos de presidente y secretario de gobernación en el orden dado.
El último presidente del que se tiene registro, según estos documentos desclasificados, es José López Portillo, el cual ya trabajaba para la dependencia estadounidense incluso antes de asumir el cargo como mandatario federal.
López Portillo formaba parte de la “Operación conjunta de escuchas telefónicas de Estados Unidos y México”, su función era grabar en secreto las llamadas de decenas de líneas telefónicas en la capital mexicana.
Durante la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría, México era un lugar clave en el espionaje internacional debido a su cercanía con Estados Unidos, lo cual impulsó que espías nazis, soviéticos y estadounidenses construyeran sus bases para vigilarse los unos a los otros.
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